Llegado el momento de su vida pública, Jesús lee el libro sagrado en la sinagoga de su ciudad natal de Nazaret: “El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido”. Cierra el libro y pronuncia la homilía perfecta: hoy se cumple ante vuestros ojos la escritura. Cristo explica la escritura. Asistimos después a un hecho entre maravillados y sorprendidos: No pudieron o supieron reconocer a Cristo. No pueden entenderlo… ¿Pero si es uno de los nuestros, como puede ser el Mesías? Ser Dios. Ahora medito con y para cristianos y pregunto: ¿Necesitamos prueba de que Cristo es Dios? En el Evangelio de este domingo nos quedaremos un tanto perplejos de cómo intentan despeñar a Cristo cuando se proclama el Mesías… Y Jesús se abrió paso entre ellos y se aleja. Y nos admiraremos una vez más del poder de Jesús. Se alejó de ellos… ¿y de nosotros?; a veces escucho la Palabra de Dios –y no es una monición para los otros, reconozco que me pasa más frecuente de lo que quisiera– que sólo entro en sintonía, “escucho” la Palabra del Dios cuando me dice algo que me confirma mis proyectos o sentimientos. Escucha selectiva: “Dios cumple mis ideas o mis expectativas”. Dios está de mi parte. Todo fluye. Tal vez no lo formulemos así, pero luego nos sorprende que Cristo se aleje.
“Ningún profeta es bien mirado en su tierra”. El proceso espiritual, mi tierra, es sobre todo mi entorno, tradiciones y circunstancias interiorizadas, lo mundano que se ha entrañado, y cuánta resistencia encuentra ahí la Palabra de Dios. Santo Tomás nos mostró la semana pasada la perennidad de su mensaje: la contemplación orante, donde construye su síntesis filosófico-teológica, tan útil en su tiempo, épocas posteriores y no sólo. Es cuestión paralela, cuando voy a orar y el Espíritu me hace contemplar algo necesario para mi purificación, (que no va con mis planes) para que mejore mi relación con Él (y no lo olvidemos, siempre que mejoramos nuestra relación con Dios, salgo ganando yo y todas las personas de mi entorno). Bien cuando en mi oración se me hace contemplar o subrayar algo para mi vida: ¿ante la duda de si es proyección de mi deseo o de mis ideas? Y antes de que aflore la mentira psicológica, y comience a dudar, ¿Pero cómo puede, ser indicación de Dios, cómo puede ser este el Mesías, pero cómo Dios va a pretender esto de mí? ¿Qué hago? Ante la duda, educadamente no voy a intentar despeñar a Cristo. Como salir de la duda: Acudamos a la Palabra de Dios, si aquello que contemplo está en el Evangelio. Ya tengo dos fuentes (Oración y Evangelio que no se pueden contradecir). Ya no hay dudas, ahora vendrá que lo haga o no, lo viva o no. Pero la claridad está. Ante la dificultad y súplica: “Mi gracia te basta”, y si se produce la caída, ya reconocerla es un don. (Nota para católicos: existe aún el Sacramento de la Confesión/ Reconciliación/ Perdón, que no fue abolido por el Concilio Vaticano II). Y hablando de “católicos” siendo capellán en la cuarta universidad civil de Roma (Foro Itálico) en la puerta del despacho/capellanía acostumbraba a colocar un cartel que, entre otros anuncios ofreciendo el horario de misas, confesiones, cursos de Biblia, excursiones a Asís para universitarios, preparación para la confirmación (que luego se hacía en el Vaticano) y ofertas de acompañamiento espiritual, etc., decía: “Centro para ayudar a perder la fe …”. Era algo más que un intento apologeta de llamar la atención. Así cuando alguno se acercaba para reafirmarse que creía en “Dios”, que él era, italiano, generalmente del centro o del sur, católico de toda la vida, que no faltaba nunca a las fiestas del santo patrón de su localidad… “Soy católico como Dios manda”. Al escucharle, inocente de mi e invitarle a participar en la misa con otros estudiantes, “come?”, “cosa dici… quello non è necessario, quello é solo per i bambini…” entonces pacientemente, al menos lo intentaba, le ayudaba a perder la fe en un Dios… que no es el Padre de Jesucristo. Este es el Cristo que se aleja hoy de los “cristianos” cuando por ignorancia u otros intereses lícitos claro argüimos seguir a un “Dios” hecho a la medida de mis intereses o necesidades. Bueno en realidad Cristo no se va, pues en su silencio amoroso, está siempre esperándonos pacientemente en la Eucarística.
Alguna de las personas que oyen ahora mis limitadas e imperfectas homilías en directo, me dicen a veces, pero siempre nos dices lo mismo: Evangelio, Oración, Eucaristía. ¿Pero es que hay algo más sencillo, profundo y gratuito para nutrirse espiritualmente a diario? Y no tengamos miedo los cristianos que como a Jesús, seamos rechazados por predicar el Evangelio. No podemos claudicar frente al rechazo. Habrá que seguir anunciando el perdón, el amor y la paz de Cristo. Y si los demás no cambian, al menos para que ellos y sus costumbres, no terminen por cambiarnos a nosotros.
La vida del cristiano puede parecer aburrida y monótona: Evangelio, oración y sacramentos, pero lo que nadie dice estos tres pilares son como la gasolina. Siempre la misma, pero gracias a ella podemos ir donde queramos en nuestro automóvil.
ResponderEliminarQuizás queremos que desde el púlpito nos digan que hacer en nuestra vida cotidiana para no tener que leer el Evangelio, orar y acceder a los sacramentos, no tener que decidir por nosotros mismos. De ahí la importancia de ser machacón con esta gasolina cristiana. Sin ella poco podremos hacer con la misio que nos llevamos debajo del brazo al salir de la misa.
Saludos :D