Recordamos, celebramos, rezamos e incluso pedimos a Dios la intercesión de un profesor de Universidad. Profesor e investigador. Vacía de contenido se nos quedaría la celebración sino reflexionamos y no nos planteamos una pregunta que se tuvo que plantear Santo Tomás de Aquino, cualquiera sea el ángulo o la parcela de nuestra investigación o estudio: cómo llenar el vacío metafísico, ontológico, el relativismo y el hedonismo, el nihilismo, el tautológico saber por el saber, o bajo intereses mercantiles, que sabemos bien denunciar, criticar y analizar. Y es justo que sea así y haremos profundos y necesarios análisis históricos, seminarios e investigaciones. Pero ¿qué visión de vida puedo trasmitir a mis alumnos para dar solidez a la comunidad académica, a la comunidad cristiana, a la sociedad? ¿Qué testimonio? Santo Tomás, hoy no nos invitaría a hacernos tomistas, sino que nos llevaría a plantearnos lo perenne que él se cuestionó: cómo llenar el vacío metafísico, existencial, cómo dar visión transcendental a mi entorno, como dar una respuesta vivencial a aquello que sabemos tan bien denunciar. Cómo ser apologetas, en este Año de la fe, cómo ser coherentes entre la fe creída y mi estilo de vida, como sintetizar, teoría y práctica.